Guadalupe Espinoza Sauceda
Lo que se venía anunciando, que la presa Las Cruces
sobre el río San Pedro en Nayarit era inminente su construccióny a pesar de las
voces de reclamo y de inconformidad, de la opinión de los académicos y de
distintos sectores de la sociedad, empezando por la gente afectada, el gobierno dice que la presa va. Para mayor detalle acaba
de ser aprobada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(SEMARNAT) la Manifestación de Impacto Ambiental en días pasados, para ser
exactos el día 19 de septiembre de 2014 mediante el oficio No.
SGPA/DGIRA/DG/07893 fue despachado y se da luz verde para que se inicien los
trabajos en tal sentido.
Para las comunidades coras, wirrárikas, mexicaneras
que habitan en la región, esta presa de realizarse afectará aguas arribas como
aguas abajo. Arriba afecta el territorio, los recursos naturales, la
biodiversidad y los lugares sagrados de los pueblos indígenas de esta zona.
Abajo afecta las tierras de cultivo y la desembocadura en el océano Pacífico,
manglares, esteros, marismas, hábitat y toda la vida que está relacionado con
el ciclo vital del río San Pedro, entre ellos los agricultores, ganaderos y
pescadores.
Los grupos ambientalistas y defensores de derechos
humanos que conocen y trabajan la región, que saben de la importancia del río
San Pedro y su ecosistema y que han acompañado a las comunidades indígenas y
campesinas están preocupados por lo que pueda pasar de construirse esta presa.
Algo central que han puesto sobre la mesa los
pueblos indígenas coras y wirrárikas han sido los sitios o lugares sagrados que
comparten ambas culturas. De realizarse la presa esos lugares quedarían inundados.
Para ellos son muy importantes, ya que ahí se reencuentran con su pasado, con
lo que son y con lo que quieren seguir siendo. A esos lugares tan importantes
en su cosmogonía, que para el capital y el gobierno no cuentan, van a dar
gracias y a pedir permiso en su actuar. Para ellos son fundamentales porque ahí
están sus orígenes. Ahí se encuentran con sus deidades. Ahí se encuentran como
pueblos.
Estas comunidades indígenas vienen corriendo la
misma suerte que otros pueblos indígenas y campesinos del país. Son ignorados y
excluidos del “desarrollo”, o como dicen diversos estudiosos del tema: son
incluidos excluyéndolos. Se les promete que habrá fuentes de empleo, que se
necesita el trabajo, que en las comunidades hay pocas oportunidades y que esta
no hay que dejarla ir. Pero aquí la pregunta es ¿En los otros lugares donde se
han construido presas han salido de pobres? Hasta donde sé ninguna comunidad
afectada por una obra hidráulica en nuestro país ha salido de pobre, si bien es
cierto que durante el tiempo que dura la construcción hay algún repunte de la
economía por la derrama económica que significa su edificación, al pasar ésta
las comunidades vuelven a sumergirse en el letargo y en peores circunstancias,
porque ahora han perdido sus tierras y muchas de las veces el desagarro del
tejido social y conflictos a su interior.
Hoy las comunidades coras, wirrárikas, mexicaneras y
campesinas se preparan para dar la batalla en defensa del río San Pedro y no
ser inundados y arropados por el “progreso”. Falta ver de que tamaño será la
resistencia contra la presa Las Cruces y hasta donde llega el empecinamiento
del gobierno a través de su cara visible la Comisión Federal de Electricidad de
imponer un proyecto al cual las comunidades ya han dicho que no. En esta encrucijada
nos encontramos.
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