Guadalupe Espinoza Sauceda
En estos días de Semana Santa en
el pueblo de Baca, uno de los cuatro pueblos que integraban la nación de los
Sinaloas, en especial el jueves, el viernes y el sábado de Gloria el pueblo se
pone en trance a través de los rezos y al toque del tambor de los fariseos o
judíos. Si por un lado está el rito católico de la crucifixión y la
resurrección de Jesucristo, por el otro está la memoria de la cultura nativa de
los cahitas, donde esa mezcla, ese
sincretismo entre catolicismo y paganismo tiene lugar, como en muchos pueblos
indígenas de México.
El tambor se hace presente y
resuena a todo lo que da, los pascolas bailan su danza. Es la comunión con los
dioses: católicos y paganos. Es la comunicación con el origen, con el cosmos,
con el universo, como en todas las culturas de origen precolombino, en el que
la medición del tiempo es cíclico, circular. Es la renovación y actualización
en el tiempo. En este momento todo está presente entre lo sagrado para unos y
lo sagrado para otros.
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