Guadalajara, Jal; Agosto de 2013
Año tras año se incrementan las áreas boscosas devastadas, los
incendios exhiben el falso discurso ambiental oficial: Áreas Naturales
“Protegidas”, principales afectadas por el fuego provocado.
Colectivos registramos 6 mil hectáreas boscosas que han
sido arrasadas para negocios capitalistas.
El despojo y la destrucción de los
territorios y los bienes naturales de los pueblos y comunidades se despliega
por todo el país, por todo el estado de Jalisco, como estrategia del capital y
del Estado. Por ello no es casual que durante el periodo de estiaje del 2013 los
incendios forestales se hayan incrementado tanto en cantidad de hectáreas
devastadas como en total de árboles quemados. No es extraño tampoco que a pesar
de esta tendencia creciente y del discurso ambientalista de la clase en el
poder, esto no se traduzca en una verdadera política preventiva que neutralice
y reduzca significativamente los efectos del fuego provocado. Los resultados
dramáticos de los incendios forestales desdicen el discurso y la práctica
gubernamental y empresarial en esta materia. No es difícil llegar a esta
conclusión. Basta saber, por ejemplo, que el gobierno tiene las evidencias de que
muchos de los incendios son provocados; que los incendios "suceden"
justamente en las llamadas Áreas Naturales Protegidas (ANP) y que estas a su
vez son las zonas asediadas por el capital inmobiliario dado su valor como posibles
fuentes de mercantilización de la tierra y de acumulación de grandes capitales.
Muchos de los lugares siniestrados son territorios cuya belleza e importancia natural
ha sido conservada ancestralmente por los pueblos y comunidades que los habitan
como elementos vitales.
La estrategia es sencilla pero muy
perversa: algún agente del capital prende el fuego en lugares y horas
premeditadas y el gobierno (federal, estatal o municipal) no acude a tiempo, a
pesar de las voces de alarma social. Y cuando lo hace, manda a sus brigadas contra
incendios prácticamente con las manos vacías a combatir el fuego. Por supuesto,
como justificante, se dice rebasado ante el tamaño y la cantidad de incendios.
Al final, y eso sucede año con año, el gobierno a través de alguna de sus muchas
instituciones convoca a los medios para dar un informe de los daños, mismo que
suele reducirse a las cifras oficiales sobre tierras de cultivo, bosques y
pastizales arrasados por el fuego, y se habla de ello como si la recurrencia de
los incendios fuera algo natural. No estamos de acuerdo y nos oponemos a todo
lo anterior, por ello estamos aquí para denunciarlo públicamente.
Para los diferentes colectivos y
comunidades de Zapopan, Tlajomulco, El Salto, Juanacatlán, Guadalajara y Ciudad Guzmán que suscribimos este
pronunciamiento, en la concluida temporada de estiaje, la voracidad de los
capitalistas y las políticas de despojo de los territorios promovidas por los malos
gobiernos generó la devastación más importante de los últimos años en toda la
entidad a causa de los incendios forestales provocados y combatidos
insuficientemente o de forma tardía, especialmente en las comunidades en las
que vivimos y en donde existen distintos tipos de ecosistemas que están bajo el
asedio de diversos empresarios cuyos intereses se ven beneficiados con los
incendios: los empresarios del desarrollo inmobiliario, de la industria
maderera, de los monocultivos (aguacateros), los proyectos y la obra pública (carreteras,
macrolibramientos) y la industria del turismo.
Sabemos que el gobierno, en todos
sus niveles, es cómplice de los capitalistas en el plan de destrucción y
despojo de nuestros territorios comunitarios, pues de diversas maneras
facilitan y promueven su invasión y explotación. Así, ya se sabe que después de
un incendio viene el cambio de uso de suelo. Esta política atiende a los
intereses de quienes tienen el poder del dinero, por lo que la implementación
de estrategias para garantizar la prevención y el adecuado control de los
incendios forestales no son una prioridad y ello se ve reflejado en la escasez
de brigadas de combatientes que existen en el estado de Jalisco, en el precario
equipamiento de que disponen para desempeñar su difícil y arriesgado trabajo
(herramientas especializadas insuficientes y en mal estado, nulos o inadecuados
equipos de protección personal, insuficientes vehículos para el transporte de
las brigadas y para el combate, casi nulos medios aéreos), así como en los
bajos sueldos que reciben.
La política ambiental del país, de corte
neoliberal, funciona bajo la lógica de la administración de la naturaleza, del
principio capitalista de que ésta contiene recursos que deben ser explotados, y
que deben ser mercantilizados todos los elementos inconmensurables de la tierra.
Por ello siguen hablando de “recursos" y no de territorios, de espacios
naturales sociales/colectivos. La legislación
ambiental vigente es la base legal que sirve de extensión al discurso del
desarrollo sustentable. No debe haber "tierras
ociosas", como si ociosidad fuera la capacidad que tienen los bosques para
limpiar el aire, captar y generar agua, para evitar inundaciones, para ser
refugio y casa de una gran diversidad de plantas y animales.
Cada incendio reedita la
negligencia, la impunidad y la incongruencia con los marcos normativos que el
gobierno mismo ha definido. Si antes tenía un sentido social, ahora a la
legislación se le está dando uno muy diferente además de que las leyes siguen
siendo laxas tanto en su contenido como en su aplicación. Generalmente se
entendía como positivo el hecho que algún territorio se decretara o reconociera
como Área Natural Protegida (ANP), una de las varias figuras que se han
inventado, asumiendo que ello era en realidad una medida que resguardaba él
territorio; no han sido pocos los casos en los que lograr este tipo de decreto
fue una demanda social. En los tiempos del capitalismo salvaje las ANP se han
convertido en formas de administración capitalista del territorio y solo en
apariencia son zonas de conservación; lejos de ser decretos que garanticen la
conservación de los espacios naturales colectivos, están siendo utilizados en el
proceso de privatización que nos despoja de nuestros territorios para ponerlos
a disposición de los proyectos de los capitalistas.
Muestra de lo anterior es que
existe una clara coincidencia entre los territorios que fueron deliberadamente
incendiados durante esta temporada de sequía y cuatro de las áreas naturales
protegidas del Jalisco administradas por los tres niveles de gobierno: el Parque
Nacional Nevado de Colima (federal); el Área de protección hidrológica Cerro
Viejo, Chupinaya, Los Sabinos y el Área natural protegida de la barranca del
rio Santiago (estatales); y el Área de protección hidrológica del bosque El
Nixticuil, San Esteban, El Diente (municipal - Zapopan).
Parte importante de la política de
despojo que los capitalistas y el Estado despliegan con los incendios de nuestros
territorios, es la simulación y manipulación que se hace con las cifras y
estadísticas respecto de los cientos de miles de hectáreas quemadas anualmente.
La información que ofrecen las instituciones gubernamentales no la consideramos
confiable, sin embargo, aún según las cifras oficiales, la devastación de esta
temporada de estiaje es tan grande (36 mil hectáreas) que equivale a imaginar
que se hubiese incendiado completamente el bosque La Primavera y un poco más. Esta
política de simulación se ha venido acompañando en últimos años con la amenaza aparente
y mediática empleada por el Estado, de que todo terreno incendiado no podrá ser
sujeto de cambio de uso de suelo sino después de dar veinte años para su
recuperación (art. 117 de la Ley de Desarrollo Forestal Sustentable) y que los incendiarios
serán perseguidos y juzgados (art. 418 del código penal federal), sin embargo,
el discurso sustentable reflejado en la legislación ambiental, encubre varios elementos
que sirven al despojo, y que consideramos necesario señalar. Cuando existen
denuncias populares ante la PROFEPA (y estas logran prosperar frente a su
burocracia y los intereses políticos en turno), las inspecciones que dicha
dependencia realiza (cuando las hace) son de manera tardía, cuando gran parte
de los indicios del fuego han desaparecido; así se encubre a los incendiarios,
en complicidad con los intereses capitalistas. Por otro lado y en esencia, la
legislación es permisiva del cambio de uso de suelo aun cuando el territorio
haya sido incendiado, para ello la SEMARNAT junto con muchas de las consultoras
que trabajan como mercenarios ambientales, operan el trámite para solicitar, a
través de un "estudio técnico" el “pago de derechos por el cambio de uso de
suelo en terrenos forestales incendiados”, herramienta de la legislación
ambiental mexicana a través del cual también se evade la responsabilidad de los
incendios y se legaliza la destrucción del territorio.
Pero
la simulación no termina ahí. Continua con el hecho de que tras las múltiples denuncias que nuestras comunidades y otros
pueblos (Jalisco fue el estado en presentar más denuncias ante PROFEPA por
estos hechos en este año, Excélsior 12/05/13) hemos presentado durante años no
ha existido ninguna sanción a los intereses que asedian los bosques y tampoco
han sido contenidos los proyectos de despojo. En municipios como Zapopan, la
simulación se ha innovado con el montaje por parte del gobierno municipal de la
denuncia ante la PGR de algunos de los incendios pretendiendo con ello deslindarse
de su responsabilidad.
Los otros efectos de los incendios
Nosotros pensamos que los
incendios forestales tienen otros efectos, que van más allá de lo árboles
quemados y el número de hectáreas devastadas. Por ello consideramos que los
informes de las autoridades son omisos, erróneos, limitados, parciales y
evidencian su interés por mantener la idea de que cuando los bosques se
incendian lo único que se pierde son pastizales y árboles siempre y cuando
estos sean grandes y frondosos. Esconden y minimizan los múltiples impactos que
tienen los incendios sobre el ecosistema y de los cuales nadie se hace cargo.
Por otro lado, la forma como se
combaten los incendios de los bosques y la manera como luego se pretende
restaurarlos confirma la noción errónea que se tiene de los bosques y su
diversidad, así como la visión antropocéntrica de las relaciones de la sociedad
con la naturaleza. Si no hay pérdidas humanas la devastación generada por el
fuego se subestima. Sin mucho pesar se lamenta la pérdida de los árboles pero
ninguna preocupación causa la muerte de un número incuantificable de los otros
seres vivos que habitan los bosques como la diversidad de aves, reptiles,
felinos, venados, conejos, tlacuaches, jabalíes, lombrices, ratas; insectos, muchos de ellos microscópicos, y/o
el desplazamiento de muchas especies que, terminan perdiendo su hábitat.
Desde el punto de vista de los
pueblos y comunidades afectadas encontramos múltiples daños en los territorios
aledaños a las zonas incendiadas. Como ejemplos, enunciamos algunos de ellos:
Efectos ambientales: el más evidente es
el incremento de la contaminación del aire. Lo que ya no vemos pero si sucede
es que los incendios acaban con la hojarasca y ello significa una disminución
de la capacidad del bosque para infiltrar el agua de lluvia. Esto nos pone
frente al riesgo de inundaciones a la vez que el suelo se degrada, erosiona y
pierde fertilidad. Se rompe el ciclo reproductivo de las especies y son disminuidas las
nuevas generaciones de vida silvestre. Simplemente el cambio del color verde
del bosque al negro (quemado) implica una mayor concentración de calor.
Efectos sobre la salud: al respecto destaca
que los incendios provocan intoxicaciones y traumatismos, o daños agudos y
crónicos en todos los seres vivos que habitan en los bosques y sus cercanías y
que son expuestos a altas concentraciones de contaminantes. De los afectados
inmediatos son los brigadistas que generalmente combaten los incendios sin el
equipamiento de seguridad necesario. Por otro lado, en las poblaciones
afectadas, cercanas al incendio o las que reciben las cenizas, son los niños y
adultos mayores lo más afectados. Sube el estrés y se multiplican las
enfermedades respiratorias y cardiovasculares. En general, este tipo de exposición
a contaminantes podría significar, a mediano y largo plazo, la reducción de
varios años de vida.
Efectos psicológicos: ver el bosque en
llamas produce efectos como pánico, ansiedad, preocupación, depresión,
nostalgia. También se siente decepción o impotencia por querer combatir el
fuego y no poder hacerlo al carecer de la formación y el equipamiento necesario.
Efectos económicos: no es menor decir
que mucha gente, por el riesgo que significa, no puede llegar a sus centros de
trabajo pero, además, durante los días del incendio consume más agua, se ven la
necesidad de ir a consulta con el médico y de adquirir algunos medicamentos
especiales. Todo ello tiene un efecto sobre su de por si golpeada economía.
Finalmente queremos decir que
nosotros no somos un movimiento ecologista o ambientalista, sino pueblos,
comunidades y colectivos que defendemos nuestra
vida, la de nuestros territorios y todo lo que éstos contienen. Hacemos
hoy esta denuncia pública sobre los incendios como estrategia que amenaza la
preservación de nuestros territorios, para enfatizar que los incendios están
convertidos en el mecanismo más funcional, que el capital está utilizando para
incrementar el despojo de la tierra y la naturaleza.
Detener los incendios forestales
provocados, consideramos, es una acción importante en la defensa de la tierra. Nosotros
vemos entonces que hacernos cargo de la vigilancia de nuestros territorios como
medida de autoprotección ante los incendios deliberados es importante y la
única forma de autodefensa que tenemos frente a la voracidad capitalista y de
los malos gobiernos. Las relaciones sociales capitalistas, autoritarias y
mercantilistas que se promueven y protegen por el Estado no están respetando
nuestros territorios, incluidos los bosques que allí existen, en el capitalismo
no hay posibilidad de la conservación de la vida. Por ello no estamos interesados
en ser un movimiento que pretenda "presionar" al gobierno para que
cumpla con la protección y defensa de la tierra y la vida. Es por eso que
invitamos a todos los pueblos y comunidades de Jalisco a inaugurar o continuar
con los procesos autogestionados que nos permitan conservar los territorios
donde habitamos y desarrollamos nuestra vida cotidiana.
Colectivos y comunidades firmantes:
Colectivo Rebelión
Cotidiana, Ciudad Guzmán
Comité Agua y Vida, Santa
Cruz de las Flores, Tlajomulco
Comité Salvabosque en
Defensa del Bosque El Nixticuil, Zapopan
Comunidad Indígena de
Ixcatán, Zapopan
Un Salto de Vida, El Salto
*En este cuadernillo encontrarán
el presente pronunciamiento junto con la información y datos que fueron
registrados por la propia gente de los pueblos y comunidades a los que
pertenecemos con respecto a los incendios provocados en nuestros territorios; ofrecemos
también la compilación de algunos textos en los cuales cada pueblo y comunidad hace
un análisis de los incendios como mecanismo de despojo, así como de las
afectaciones al territorio a causa del fuego; pero además de las posibilidades
de autodefensa que como colectivos encontramos para resistir a esta estrategia que
los capitalistas están empleando para mercantilizar los espacios naturales
colectivos.
Para acceder al cuadernillo completo visita:
http://issuu.com/autonomia/docs/dossier_incendios_provocados-2013.o
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